miércoles, 11 de mayo de 2016

Vaneirin


Niebla. Lluvia. A veces, un sol tibio y pálido.

La espesa niebla cubre las montanas redondas, se pega a las llanuras verdes y envuelve a las grandes ciudades de altas chimeneas y a las aldeas rodeadas de prados.

Vaneirin fue en otro tiempo país de dulce vida campesina, de anchas selvas donde el espeso ramaje de los robles cobijó a los valerosos aventureros que recuerda la leyenda, de praderas que presenciaron los torneos caballerescos.

Tierras de anchos horizontes marinos a los que se lanzaron intrépidos navegantes, en naves que empujó el viento y el afán de aventura y de conquista.

Todavía el pueblo vanerio rinde culto a las tradiciones y a la vida serena y sencilla. Muchos de los antiguos pueblos campesinos se han tornado grandes ciudades industriales, todo el país es un trajinar de hombres trabajadores, fuertes, emprendedores y enérgicos, que han hecho de la nación vaneria una de las más ricas y poderosas.

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