martes, 22 de marzo de 2016

Samaria


La tierra de los grandes desiertos de arenas calientes bajo un cielo claro y abrasador.

Tierra sedienta, de arenales tostados.

En el horizonte se mueven los dromedarios de las caravanas como una fila de pequeños triángulos.

Donde acaba el mar de arena, sigue la tierra de matorrales desecados.

A veces aparece el oasis con la sombra acogedora de las palmeras, la fragancia de los árboles olorosos y la promesa del agua milagrosamente fresca.

La tierra costera rodea al desierto con una zona estrecha donde hay antiguas ciudades, bosques de palmeras y sicómoros, y la planta del áloe y el árbol de la mirra.

El samarí del desierto es seco, fuerte y de tez morena del sol. Valiente y generoso, resistente a las mayores privaciones, vive en tribus nómadas sin otra riqueza que sus rebaños de camellos, sus caballos de pura raza y las telas y oros de lejanos países. Siempre en su corazón ansia el regreso a Zankara. 


En las noches llenas de estrellas descansa el samarí a las puertas de tiendas contando viejas leyendas ricas de imaginación y de ingenio.




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