Los dragones son criaturas
poderosas, como todos saben, particulares e inherentemente mágicas, sin embargo
en Jernhest son algo más.
Antes de Ragnarök el número de
dragones era muy alto. Vivían en distintas zonas dependiendo del tipo de
dragón, afinidades con los dioses, relación con las tribus nativas de cada
zona…Había dragones más y menos antiguos. Los más viejos y sabios eran a su vez
los más poderosos. Los más jóvenes e intrépidos eran más semejantes a bestias
descontroladas que a las nobles criaturas que podrían llegar a ser con el paso
de los siglos.
Cuando llegó el Ragnarök esto
cambió por completo.
Con la llegada de los Arcaicos, muchos de los dragones más antiguos y poderosos se posicionaron de su lado o
del lado de los dioses, arrastrando a su vez a los más jóvenes. La raza dragón
participó activamente en la guerra siendo los responsables de incontables
muertes tanto en un bando como en el otro. A medida que la guerra se
desarrollaba ambos ejércitos aprendieron rápido que los dragones eran la fuerza
de ataque con mayor amenaza y poder destructivo, así que centraron sus ataques
en diezmar esa fuerza. Miles murieron.
Fueron exterminados a miles, obra de Kostic Dusan |
Sólo unos pocos lograron
esconderse y sobrevivir a la masacre, otros permanecieron ocultos sin tomar
parte en la guerra. La mayoría de dragones jóvenes que sobrevivieron fueron
expulsados al oeste. Todos los demás perecieron al igual que los dioses o arcaicos
por los que tomaban partido.
Los que sobrevivieron tuvieron
que esconderse. Algunos no lograron ocultarse lo suficientemente bien y fueron
cazados y asesinados.
Hoy día la participación de los
dragones en la guerra ya no está tan presente en la mente de los habitantes de
Korn, tras generaciones de apenas tener noticias de ellos. Además los contados
dragones que han sobrevivido hasta nuestros días han tenido mucho cuidado de
permanecer ocultos en zonas deshabitadas o de mostrarse lo más mínimo…al menos
la mayoría.
Cientos de huevos quedaron
abandonados y dispersos por la geografía de Korn. Muchos son cáscaras vacías,
pero les hay que se han conservado en perfecto estado hasta el presente y, con
el debido tratamiento, podrían hacerse eclosionar.
Con el pasar de los años, el
descubrimiento de la esencia y el
nacimiento de la arcanotecnología, algunos dragones se han interesado por los
usos que podrían darle a dichas innovaciones. Otros en cambio siguen en letargo
a la espera de la vuelta de los dioses y otros viven apaciblemente en zonas
aisladas. Sin embargo los que más interesan a los habitantes de Korn son los
primeros.
Estos dragones se han
establecido en zonas inaccesibles para los habitantes del mundo pero muy cerca
de zonas altamente tecnificadas. Saquean tecnología, esencia, secuestran a
científicos que jamás vuelven a aparecer y, lo más importante, crean enormes problemas
con su estirpe.
Una característica de los
dragones es que no dejan de crecer a lo largo de su desarrollo hasta que
alcanzan su tamaño máximo, tras superar los 1.200 años de vida. Otra
característica de los dragones es que son inherentemente mágicos, su sangre
posee esencia, al igual que la de los dioses, por lo que no han perdido sus
capacidades mágicas. Sí es cierto que con la desaparición de los dioses el
hacer uso de dichas habilidades les supone más esfuerzo y tiempo de
recuperación pero pueden recurrir a ellas.
Wylunger, obra de Kostic Dusan |
Los dragones que se han
interesado por la tecnología han descubierto que combinándola con su magia
inherente pueden crear maravillas inimaginables. Muchos han modificado su
propio cuerpo con implantes que mejoran sus capacidades, pero esto ha supuesto
un problema que los dragones han tenido que afrontar. Cuando un dragón se
coloca un implante pierde su capacidad de lanzar magia y convertirse en
humanoide. Esto supone un problema a la hora de infiltrarse y conseguir más
material sin recurrir a la destrucción y el asesinato. Para suplir esta
carencia los dragones tecnificados han recurrido a su esencia vital, creando la
Estirpe de dragones.
Debido a su poder mágico innato
pueden insuflar vida en objetos inanimados o en otros recipientes, como por
ejemplo cuerpos de criaturas, vivas o muertas. Cuando un dragón crea uno de
esos “nuevos seres vivos” insufla gran parte de su esencia en ellos. Esto hace
que tarden mucho en recuperarse del desgaste de fuerza vital, pero da como
resultado una criatura absolutamente fiel a su creador y de un notable poder.
La razón de que los dragones empezasen a crear a estos “Primeros hijos” es que
podían delegar en ellos tareas más aptas para sus características.
Suelen ser humanoides de forma
draconiana bien de carne y hueso o bien de metal que están a las órdenes de su
creador. Un dragón, normalmente, no crea más de tres de estas criaturas por el
enorme desgaste que suponen, sin embargo estas criaturas pueden a su vez
insuflar vida en recipientes de menor tamaño. Un primer hijo puede ceder parte
de su fuerza vital y crear un segundo hijo con menos poder y tamaño que el que
crearía su padre dragón. A su vez este segundo hijo podría hacer lo propio e
insuflar vida en otro recipiente, en cambio los segundos hijos tienen un poder
más limitado. No pueden insuflar vida en un recipiente vivo. La cadena sigue de
generación en generación. Los terceros hijos pueden crear cuartos hijos y éstos
quintos, pero a medida que nos alejamos del dragón original en el árbol genealógico
las criaturas van siendo menos poderosas e inteligentes. Nadie sabe cuántas
generaciones puede llegar a haber, aunque se estima que no más de ocho o nueve.
Las últimas generaciones son las
más problemáticas para los habitantes de Korn. Son criaturas semimecánicas que
no tienen un ápice de inteligencia. Su único afán es buscar chatarra con la que
“alimentar” a su creador. Atacan lugares alejados o aislados buscando tubos,
placas, manos, patas, garras o piernas que se acoplan a su propio cuerpo. Estas
criaturas denominadas “chatarras” o “zombis de chatarra“ han llegado a convertirse
en un problema en determinadas zonas no encontrándose muy lejos el dragón al
que sirven.
Zombie de Chatarra, obra de +alejandro lizaur |
Se cree que si el dragón
originario muriese toda su estirpe moriría con él, pero eso es solo una
suposición de momento.
También parece haber una
relación directa entre la cordura del dragón originario y la proliferación de
chatarras. A medida que un dragón suma implantes en su cuerpo, su control
mental se va deteriorando, volviéndose más salvaje e impredecible. Al parecer
esto afecta a su estirpe, que sufre unos efectos similares que se acrecienta
a medida que se avanza en las generaciones.
PD: actualizada la sección de DESCARGAS, test del aventurero, triptico, fichas y nuevos mapas.
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