Melerith
brumosa del Norte. Melerith soleada del Sur.
Bajo el
cielo de nubes y el limpio cielo luminoso, la tierra, de anchas llanuras
húmedas, va subiendo despacio, en suave pendiente, hasta los picachos nevados.
El
suelo fecundo de Melerith, verde de prados, de huertos y de bosques, aparece
surcado por ríos mansos que reflejan las torres afiladas y acarician la dulzura
del vivir campesino.
Llanuras
de praderas, campos bien cultivados, suaves colinas, clima templado. El hombre melirés
siente y ama el paisaje de esta hermosa tierra, en la que, a través de los tiempos,
las generaciones han ido tramando acontecimientos de gran trascendencia para la
historia del mundo.
Todo el
pueblo melirés se ha esforzado en hacer del país un ejemplo de vida amable.
Pueblo de ciudadanos inteligentes, cultos, con un fino sentido del trato
social, afronta la vida con ese gesto de alegría, de ingenio y de gracia que se
refleja en sus obras como nota característica del alma meliresa.
Un apacible día en el campo a las afuera de Maleris, la capital de las artes. Obra de Jagoba Lekuona |
No hay comentarios:
Publicar un comentario