lunes, 8 de junio de 2015

Melerith, el país de la música



Melerith brumosa del Norte. Melerith soleada del Sur.

Bajo el cielo de nubes y el limpio cielo luminoso, la tierra, de anchas llanuras húmedas, va subiendo despacio, en suave pendiente, hasta los picachos nevados.

El suelo fecundo de Melerith, verde de prados, de huertos y de bosques, aparece surcado por ríos mansos que reflejan las torres afiladas y acarician la dulzura del vivir campesino.

Llanuras de praderas, campos bien cultivados, suaves colinas, clima templado. El hombre melirés siente y ama el paisaje de esta hermosa tierra, en la que, a través de los tiempos, las generaciones han ido tramando acontecimientos de gran trascendencia para la historia del mundo.

Todo el pueblo melirés se ha esforzado en hacer del país un ejemplo de vida amable. Pueblo de ciudadanos inteligentes, cultos, con un fino sentido del trato social, afronta la vida con ese gesto de alegría, de ingenio y de gracia que se refleja en sus obras como nota característica del alma meliresa.

Un apacible día en el campo a las afuera de Maleris, la capital de las artes. Obra de Jagoba Lekuona

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